El ciclo.

Caminando con mi perra por el parque “Luis Cabrera”, pensé mucho en la vida. Era tarde de domingo con sol y clima agradable. Familias con niños paseando en triciclo, parejas sentadas en las bancas presumiendo su amor y perros y más perros jugando alrededor. La fuente encendida fue la mejor parte... El sonido del agua, vaya que relaja.

Mientras caminaba; miraba, pensaba, observaba. Luego de tres vueltas decidí sentarme y acariciando a mi perra le platicaba lo contenta que estaba por tenerla. Ella sólo me veía inclinando su cabeza hacia un lado, como tratando de entender mi complejo lenguaje. Instantes después, prefirió seguir explorando su nuevo territorio.

-Sí, ignórame anda… desquítate por los momentos en que te dejo sola en casa mientras trabajo o salgo a cenar…Le dije.

Y concluí mi frase con: “Pero quién sabe por cuánto tiempo estaremos así”

Pensar en la vida, irremediablemente nos hace pensar en la muerte… Preguntas como “¿Hasta cuándo?” “¿Dónde?”, “¿Cómo?”, “¿Con quién me tocará?” son las que acostumbro a hacerme frecuentemente. Nunca las resuelvo, sólo me digo: “Sucederá…donde tenga que ser, cuando tenga que ser y con quien tenga que ser, en tanto… sigue viviendo”.

Vivir. ¡Qué palabra! ¡Qué reto! Sobre todo ahora que la expectativa de vida supera los 70 u 80 años. Además, ¿Quién quiere vivir tanto tiempo? -Pues obvio, los que viven bien. -Y, ¿qué es vivir bien? -Creo que disfrutar del paseo por este mundo.
El Dr. Juan Hitzig lo describe de una manera que me gusta: “La vida es como una película, algunos dicen que la especie humana la ve a las apuradas. El hombre sale del cine mucho antes de que termine la función, sin saber que tiene en el bolsillo una entrada que le permitiría quedarse y disfrutar hasta el final”

El mismo doctor, una mañana les pidió a sus alumnos que preguntaran a unos jardineros acerca del proceso de envejecimiento de las plantas, y vieron que en el reino vegetal los organismos viven en plenitud la mayor parte del tiempo. Luego evolucionan muy rápido hasta la muerte. Después contemplaron a unos gatos, los vieron corretear, estirarse para tomar el sol y a los más viejos, un día los encontraron muertos entre las plantas. Entonces les dio una gran explicación: “En condiciones naturales, el envejecimiento es un proceso lento ("vinculado a la autonomía", aclara) y la vejez ("asociada a la discapacidad") es corta. Los humanos somos los que peor envejecemos. La evolución conoce de envejecimientos largos y muertes breves, solamente la especie humana ha transgredido esta regla. El desafío es prolongar el proceso de envejecimiento saludable y acortar el tiempo de la vejez. Porque envejecer es un fenómeno inexorable, pero tiene algo modificable: su ritmo” -explicó Hitzig, quien asegura que el progreso modificó nuestros hábitos (alimento, movimiento, pensamiento y sentimiento) y produjo el desequilibrio que lleva a una vejez larga y enferma. Pero también de que cambiarlos y prolongar la vida saludable está en manos de cada persona.

Aunque no se puede anticipar de qué forma vamos a envejecer, se puede predecir que la calidad de vida que tendremos dependerá de muchos factores. Expertos afirman que el envejecimiento tiene que ver con la vida que le toca vivir a cada uno, su biografía, su salud, sus condiciones económicas, si es mujer o varón, soltero o casado. Pero se sabe que, en general, uno envejece como vivió. Así que... ¿Cómo vives?

Por ultimo, un dato más para procurar la longevidad, cortesía del Dr. Hitzig: El alfabeto emocional. Todo radica en la conducta y actitudes; pues cada pensamiento genera una emoción y cada emoción moviliza un circuito hormonal que tendrá impacto en millones de células. Así, las conductas “S”: serenidad, silencio, sabiduría, sabor, sexo, sueño, sonrisa, promueven la secreción de serotonina; mientras que las conductas “R”: resentimiento, rencor, rabia, reproche, resistencia, represión, facilitan la secreción de cortisol, una hormona que acelera el envejecimiento.
Las conductas “S”, generan actitudes “A”: ánimo, amor, aprecio, amistad, acercamiento; mientras que las conductas “R” generan actitudes “D”: depresión, desánimos, desesperación, desolación.

Una vez aprendido este alfabeto, y entendido el ciclo de la vida, ¡A vivir, pues!

En twitter: @aletorres78
Referencia: Revista La Nación. www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=570131

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