Limpiando el closet


Martha es más que una amiga a la que quiero mucho, una mujer sabia, fuerte y alguien que desde hace más de quince años marcó mi vida positivamente. Siempre, a pesar de la distancia le pienso con cariño y sé que con ella, una conversación resulta divertida e inteligente.

Me acordé de ella, porque siempre a fin de año hago limpia en mi departamento y cuando tocó el turno al closet y no hallaba por dónde empezar, me vino a la mente una de las más recientes pláticas que tuvimos por el chat y que conservo con mucho cariño porque fue justamente un día de esos en que yo andaba en crisis existencial (pa’ variar). Le busqué, platicamos y entonces, tan sabia y práctica como es, me dijo:

“…¿Te acuerdas cuando intentabas arreglar tu cuarto, que sacabas todo del closet, de los cajones y los ponías en la cama? Luego ibas acomodando en los cajones poco a poco dobladito… y ponías en ganchos por colores, y te probabas cosas que hace mucho no te ponías y, algunas –pocas- las ponías en la pila para regalar o tirar…y con la mayoría decías “pero voy a adelgazar o este me lo regaló no sé quién”, o la razón que quieras para guardarlo... pues lo mismo pasa con nuestra vida: intenta uno ponerla en orden… tiramos pocas personas, pocos recuerdos y, la mayoría los guardamos por si algún día los volvemos a necesitar. Pero es un proceso medio cansado y siempre quedan cosas que no sabes dónde poner o que no sabes si tirar o no… entonces, haces un cajón exclusivo para esas cosas: para las ansiedades, para las depresiones, para expectativas no cumplidas, para los planes que no realizaste…lo importante es que sepas dónde están y sólo lo abras cuando quieras abrirlo, cuando necesites abrirlo, porque el problema es que si están revueltos con los del uso diario, te los encuentras a cada rato.
En cambio, si los pones todos en un cajón, tienes el control de cuándo y cómo lo abres y cuándo tienes el ánimo para hacerlo. Sacas una cosa y decides qué hacer con ella…”


Recuerdo que lo primero que le dije fue: ¡Necesito un closet más grande! Pero ya una vez metida ahí, me reconfortó saber que todavía tenía espacio y que si me armaba de valor, podría recuperar más para que este nuevo año tuviera sólo lo que me hace sentir y ver mejor.

Bien dicen que “el tiempo pasa. La vida ocurre. Las distancias separan. Los hijos crecen. Los trabajos van y vienen. La pasión disminuye. Los hombres no siempre hacen lo que se supone que deberían hacer. El corazón se rompe. Los padres mueren. Los colegas olvidan los favores recibidos. Las carreras o profesiones llegan a su fin. Pero las hermanas siempre están ahí, sin importar las millas que haya entre nosotras, por eso nunca hay que olvidarlas”. Como siempre, ¡Gracias Martha!

Comentarios

  1. Sabes Ale tengo mi cabeza revuelta, completamente echa nudo, si ya se que tengo que hacer una limpia general en mi vida, pero... tienes alguna idea de cómo meter en el cajón de los recuerdos ala persona que se ama?? Porque yo no y necesito un buen consejo

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  2. Lunita! Feliz Año y un abrazo! Gracias por tus comentarios... Oye, qué dificil tu pregunta. No sé si haya una respuesta correcta, pero por experiencia, te puedo decir que solita encuentra su espacio y se va metiendo en el lugar que le corresponde. Sólo es cuestión de tiempo.

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