Veinticinco años después…




A mi prima Mónica, que siempre está conmigo.

Todos tenemos en el closet de la vida algo de nuestro pasado que nos genera nostalgia, tristeza, alegría y hasta un poco de vergüenza. El sábado 22 de mayo, no pude evitar entrar en él y recordar una de las mejores etapas de mi vida: la adolescencia. Ahora les cuento por qué.

Confieso que a mis 11 años de edad me hice fan del grupo Magneto. Sí, los de “Cuarenta grados” y “Vuela, vuela”. Tan fan, que junto con mis primas, formamos un club que nos permitió compartir anécdotas divertidas, conocer gente y hasta realizar un par de labores altruistas en colonias y lugares de Colima.

Como buen club de fans (“Obsesionadas” jaja!) anduvimos de “grupies” en cada una de sus presentaciones en los teatros del pueblo de las ferias más cercanas: Manzanillo, Tecomán, Colima y hasta la de Ciudad Guzmán, que en aquellos años de 1990, no parecía tan cerca como ahora.

No recuerdo exactamente cuando fue la última vez que los vi en vivo y a todo color. Probablemente 1994-1995, que fue cuando iniciaron su desintegración. Como buena fan, lloré la tragedia de ese entonces, y como siempre hago, seguí mi vida. Pero ya con ningún otro grupo me enamoré igual.

Quince años después, tuve la oportunidad de volver a verlos en un mega escenario: el Auditorio Nacional, donde dieron un concierto para celebrar su 25 aniversario. ¡Uf! Fue toda una experiencia desde la llegada al lugar, en el que se concentraban treintonas como yo, aunque la mayoría con pareja, o embarazadas; otras con aspectos muy diversos, coloridos y variados. Pero al fin y al cabo todas unidas por un mismo motivo.

El concierto lo abrió un grupo de chavos de Baja California llamado Tuxido, pa’ entretener estaban bonitos y no cantaban nada mal, pero lo mejor vino cuando de la oscuridad se hizo la luz y aparecieron los cinco, vestidos de negro, en posición de baile para cantar “Mira, mira”… Para mí fue una regresión a mi pubertad… y creo que lo mismo le ocurrió a todo el viejerío presente, que nos desgañitamos la garganta en cuanto aparecieron Elías, Alex, Alan, Tono (que suplió a Charlie cuando se salió) y Mauri, como en los viejos tiempos. Sí, ya sé que no es lo mismo los tres mosqueteros que veinte años después. Pero el sentimiento, es el sentimiento.

Entre los flashazos del pasado y las imágenes del presente, tampoco pude evitar el conflicto que generan los embates del tiempo. Empezando por las fans (me incluyo) y terminando por los del grupo. Alan fue el que más me sorprendió, aunque creo que fui injusta al querer verlo bailar como en sus buenos tiempos. Creo que el matrimonio y la buena vida, lo hicieron subir un poquito de peso, pero se reivindicó al cantar “Imagine” totalmente en inglés… Elías, pelón, como desde hace años y Mauri y Alex, al parecer son a los que la vida los ha tratado mejor.

El concierto duro poco más de 90 minutos. Sólo fue uno, porque obvio, difícilmente pueden llenar dos fechas, lo acepto. Las canciones que me hicieron revivir fueron: Mira, mira… Soy un soñador… Tremendo… Eva María… todas sus baladas cursis y melcochosas que me sabía de memoria (y todavía me acuerdo), y por supuesto, sus mega éxitos: Cuarenta grados, Tu libertad y Vuela, vuela.

¿La mejor parte de la noche? Cuando con la canción “Para Siempre” te sentí conmigo, Mony, y se me vinieron encima todos esos indelebles momentos. ¡Qué buenos tiempos aquellos! He aquí el valor del recicle y de los reencuentros.

Y para las niñas menores de 15 que no sepan quién es Magneto, les digo: fue un grupo de cantantes mexicanos que alcanzó su máxima popularidad entre 1986 y 1991 después del declive de la Menudomanía (luego les digo quién es Menudo).

¡Magneto! ¡Magneto! ¡Magneto! ¡Magneto! Yupi!!!!

Comentarios

Miembro de

Miembro de

Miembro de

Tienda de productos orgánicos en Facebook

Entradas populares