Pensando en voz alta... otra vez.

Este mediodía caminaba por Av. Juárez, que después se convierte en Madero y, como nunca, usé unos lentes que casi nunca usamos: los que nos permiten observar mientras caminamos, ver a los demás cómo caminan abstraídos y distraídos en su mundo; indiferentes, distantes, molestos, con caras largas, caminando con la blackberry sin ver por dónde van, mentando madres, chocando unos con otros, ignorando al cilindrero, al mendigo que está tirado en la calle. Unos con trajes oficinistas, otros con trajes ejecutivos... ambulantes, con tacones, tenis o botas vaqueras como las mías. De todos los colores, formas, olores, humores y texturas. Tanta diversidad, tanta pluralidad y tanta desigualdad... neta, no nos merecemos tanta desigualdad en este país... Pienso, siento feo... suspiro y digo: no hay que perder la fe...

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