Y la culpa no era mía...




El pasado 25 de noviembre se conmemoró el día mundial de la eliminación de la violencia contra la mujer, que se instituyó oficialmente desde 1981, para honrar la memoria de las hermanas Mirabal, asesinadas en 1960 por orden del gobernante dominicano Rafael Trujillo.

No sé por qué tuvieron qué pasar 21 años, pero así son los tiempos. Increíble resulta también que 38 años después de haber instituído la conmemoración con el propósito de elevar la conciencia sobre el tema, tengamos que seguir luchando por ello. Un dato ilustrativo de la ONU: Hasta la fecha, solo dos de cada tres países han prohibido la violencia doméstica, mientras que en 37 estados todavía no se juzga a los violadores si están casados o si se casan posteriormente con la víctima. Además, en otros 49 estados todavía no existe legislación que proteja a las mujeres de la violencia doméstica.



Todas las formas de violencia son reprobables, pero la peor es la que empieza en casa. 

Y lo digo con conocimiento de causa. Un tiempo fui machista -sin saberlo-, agresiva y violenta, porque eso fue lo que aprendí de niña. Después me consideré feminista -con todo el enojo que acumulé conforme me daba cuenta que algo no estaba bien en casa- y salí al mundo buscando quién me la pagara. Años de terapia y trabajo interno me ayudaron a entender mucho el entorno que viví de niña, que tampoco es que haya sido terrible (entiendo que hay peores lugares que donde te dan una nalgada, una cachetada o te gritan y te insultan), porque en efecto, vi que existían PEORES maneras, sólo que digo que la peor es la que se vive en casa, porque es donde nos formamos para salir al mundo y no todos tienen la oportunidad, ni las ganas de cambiar eso. Y es que miren:


Por qué debemos eliminar la violencia contra la mujer

La violencia contra mujeres y niñas es una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas, persistentes y devastadoras del mundo actual sobre las que apenas se informa debido a la impunidad de la cual disfrutan los perpetradores, y el silencio, la estigmatización y la vergüenza que sufren las víctimas.
En forma general, la violencia se manifiesta de forma física, sexual y psicológica e incluye:
  • violencia por un compañero sentimental (violencia física, maltrato psicológico, violación conyugal, femicidio);
  • violencia sexual y acoso (violación, actos sexuales forzados, insinuaciones sexuales no deseadas, abuso sexual infantil, matrimonio forzado, acecho, acoso callejero, acoso cibernético);
  • trata de seres humanos (esclavitud, explotación sexual);
  • mutilación genital, y
  • matrimonio infantil.
Entiendo que existen culturas y tradiciones, pero lo que no entiendo es que en cualquier cultura o tradición se hagan actos, leyes, acuerdos, rituales, o lo que sea que afecte la integridad y bienestar de las mujeres, y sólo de ellas, por el simple hecho de ser mujeres. Como sucedía en nuestras familias tradicionales mexicanas, donde las mujeres eran educadas para servir a los hombres de la casa, porque no sé a quién se le ocurrió.

Como alguna vez nos dijo un maestro en la Universidad, hombres y mujeres somos diferentes, pero no desiguales. 

Sin embargo, la cosa no cambia. Es más, pareciera estar peor. Cada vez hay más casos de mujeres asesinadas y con una saña que en verdad quiebra.


Feminicidio: El asesinato de una mujer, por el simple hecho de ser mujer.
Un término que escuchamos diariamente en las noticias, que leemos en los periódicos y deslizamos en las redes sociales. Un término que se ha vuelto un tanto cotidiano en nuestro país. Un término que no es otra cosa más que el reflejo de la tragedia que se vive en México.
Los campos de cruces rosas y moradas que buscan recordar a las niñas, adolescentes y mujeres que han sido asesinadas, se multiplican a lo largo de la república, escondiendo una tragedia mayor. En México no se puede saber con certeza cuántas son. (Investigación: Nos están matando/Sopitas.com)

Recientemente, el caso de Abril cimbró a México y, no es para menos. La historia es triste, pero creo que en estos casos, es necesario que se sepa. Quizás así muchos entiendan nuestro enojo, nuestra impotencia. Quizás, aunque no estén -o estemos, me incluyo- de acuerdo en que se rayen y dañen monumentos históricos, tampoco sintamos el derecho de juzgar. Nadie sabe lo que cada quien trae dentro ni por qué. Yo he decidido hacer mi parte desde casa que, a muchos puede parecerles cómoda o fácil. Pero no veo otro espacio donde se hagan cambios radicales que de verdad transformen al mundo.

Termino con estos videos que en verdad me conmovieron: El primero es en Chile, donde su realidad no difiere mucho de la nuestra, por lo que el grupo de mujeres "Las tesis", un colectivo feminista, realizó una intervención o performance que se ha replicado en muchos otros países, entre ellos, México, el segundo video.




Presiento que el mundo ya no aguanta tanta violencia y, estoy segura que cada vez somos más mujeres que queremos cambiarlo.



Comentarios

Miembro de

Miembro de

Miembro de

Tienda de productos orgánicos en Facebook

Entradas populares