Peligrosa sumisión
Recuerdo cuando era niña y me enseñaban la importancia de la obediencia. Obedecer a los adultos “porque sí”, sin cuestionar, era casi una ley. Aprender a interpretar miradas sancionándome un comentario, una actitud, una inapropiada presencia, es algo que hasta la fecha no deja de sorprenderme. Más aún cuando veo a los niños de hoy en una situación completamente diferente: cuestionando todo, preguntando el por qué de esto o de aquello y a los propios padres, explicándoles y dándoles razones.
Es cierto, los tiempos han cambiado. La información genética con que nacen las nuevas generaciones y la era de la información en la que vivimos han transformado este tipo de relaciones. Sin embargo, todavía existen costumbres que lejos de ayudar a evitar los problemas de nuestra realidad actual, la limitan o la empeoran, generan situaciones de peligro, principalmente para los propios menores y jóvenes, como es el caso de la sumisión.
La sumisión es obediencia, sometimiento de unos a otros, docilidad. Y según la Asociación Mexicana para la Salud Sexual , esta cultura de sometimiento que aún existe en nuestro país -donde se enseña a los niños a obedecer a los adultos “porque sí”- hace que por desconocimiento, el menor sepa que pueden abusar de él, pero no cómo puede suceder y de esta manera, evitarlo.
Por ello, expertos en psicología como el investigador de UNAM, Manuel González, sugieren promover a nivel familiar la prevención, enseñando a los niños a establecer límites de contacto y aprender a denunciar.
Para las generaciones de nuestros padres, hablar de sexo era un tabú, un tema prohibido… y la sumisión, ni qué decir. Ahora, a pesar de algunos grupos de personas y asociaciones conservadoras se oponen, el tema de la sexualidad es cada vez más abordado, desafortunadamente para muchos, no de la mejor manera, como sucede con los medios de comunicación.
¿Por qué es importante una educación sexual en y desde la familia para los niños y jóvenes? Primero, porque por naturaleza somos seres sexuales, no podemos negar una parte de lo que somos. Conocernos y respetarnos fomenta nuestra seguridad y amor propio. Segundo, para prevenir situaciones de abuso que lamentablemente, se dan con quien menos esperamos. Según la primera encuesta nacional sobre exclusión, intolerancia y violencia en las escuelas de educación media superior, entre las personas que abusan sexualmente de jóvenes son: 42% novio; 4% pareja conyugal; el 2% madre; el 4% padre; 5% padrastro; 15% vecino; 24% tío y 22% un desconocido. En los niños, tristemente, la situación no cambia mucho.
En efecto, el respeto a nuestros mayores es un valor que no debemos perder. Pero el abuso de los mayores para con los niños, es algo que no podemos permitir.
Que mi sobrina de dos años sepa que, porque es niña, tiene una vagina, no me sorprende tanto como el hecho de que, a estas alturas, muchas familias se espanten por este tipo de hechos o por otros como el que libros de educación sexual se distribuyan entre alumnos de prepa y secundaria. Eso de querer tapar el sol con un dedo, hace que este tipo de temas se traten con un morbo innecesario.
Confesión de hoy: Las tres cosas más difíciles de esta vida son: guardar un secreto, perdonar un agravio y aprovechar el tiempo. (B. Franklin)
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