La muerte chilanga



Primer puente de noviembre que me toca pasarlo en el Distrito Federal.
En siete años que llevo radicando aquí, siempre me iba a Colima a disfrutar de la familia y la feria. No siendo así esta vez y luego de sacar cuentas y ponerme a patalear, decidí entonces vivir el día de muertos en chilangolandia.

Así, la tarde del viernes saliendo de trabajar me fui al zócalo, que este año lo hicieron “panteón” con una mega ofrenda llamada “El árbol de la muerte florida”.
Como tengo la fortuna de trabajar cerca del Centro Histórico de la Ciudad, me fui caminando para también aprovechar la remodelación de la Avenida Madero, que recién la estrenaron como corredor peatonal. Quedó tan bonita que me sentía en otro lugar, sobre todo con los 13 grados de temperatura y los vientos que cubrían la tarde.

Dicen las abuelas de por acá, que esos fríos son los de los muertos que se acercan... El caso es que mientras avanzaba hacia el centro, me topaba con personajes salidos de películas de terror, comedia; artistas caracterizados de catrinas, calacas y muerte invitando a tomarse la foto… cosa que obvio, hice.

Después de casi cuarenta minutos de caminar y disfrutar del paisaje, llegué por fin al “Panteón Zócalo” que me recibió con un escenario lleno de cultura popular mexicana que, irremediablemente, me envolvió en la tradición del Día de Muertos.

Destacaba la ofrenda monumental, un colosal árbol que representa a la muerte florida, con el tronco formado por el esqueleto de dos grandes calaveras a las que les nacen ramificaciones. Una representando a la vida, otra a la muerte.

El Sueño Sagrado; Viaje Mítico al Inframundo, el tapete monumental con aserrín de colores; la capilla Milagros Mexicanos y Retablos Kitsch, Velas Rituales, una gruta que muestra como las mayordomías en sus fiestas patronales celebran el Día de Muertos y El Eterno Retorno, dedicado a los héroes de la Independencia y la Revolución Mexicana, son otras de las obras pláticas que había.

Las que más me gustaron, fueron la del vagón del metro que pusieron en plena plancha y la de los panaderos del Distrito Federal, que construyeron hornos para hacer pan de muerto y regalarlo. Pero la creatividad, el folclor y el colorido de nuestra cultura, estuvo presente en todo momento, recordándome que en algún momento llegará, por eso, más vale vivir y disfrutar. Aquí o allá. Ahora cuéntenme, ¿Cómo les está yendo de feria?

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