Menstruación ecológica.

¡Ajá! Este título era el mismo de un letrero que nunca esperé encontrar en mi caminata por las calles del centro de Valle de Bravo. Obviamente, llamó mi atención: ¿Cómo podía ser una menstruación ecológica? ¿A poco contaminaba? Yo pensé que sólo quién la tenía, era quien la padecía, pero no; efectivamente contamina, no por el flujo, sino por las toallas o tampones que utilizamos en esos días. El lugar del letrero era de “La huella verde”, una tienda pequeña, pero con una gran variedad de productos ecológicos, entre ellos la Copa menstrual.

Me sorprendió muchísimo ver ese objeto, su forma, su textura, su uso, pero más todas sus características que me pusieron a pensar en este asunto biológico de las mujeres del que alguna vez me quejé, pero que ahora acepto con gusto cada que llega, por todo lo que implica y porque además, es temporal. El caso es que me despertó mucha curiosidad saber un poco más sobre algo que no es tan común leer, más allá de los síntomas, molestias, las toallas y tampones. La parte de la evolución de este asunto de las toallas, los tampones a las copas ecológicas.

Resulta que el uso de toallas para la menstruación no es nada nuevo. Dicen que en tiempos antiguos, el sangrado se contenía mediante tiras de piel suave con lana como material absorbente y, más tarde, con toallas de tela o simple algodón, lo que ocasionaba problemas de higiene, manchados e incomodidad, que hacían muy difíciles los periodos menstruales.

Hasta el siglo XIX, las toallas de tela se lavaban y reutilizaban, por lo que la invención de las toallas femeninas desechables cambió la vida de millones de mujeres a principios del siglo pasado, comenzando a comercializarse durante los años 20.
Según fuentes consultadas en internet, una de las primeras compañías en producirlas fue Kimberly-Clark, que en 1920 lanzó al mercado la marca Kotex, que se deriva de las palabras en inglés “cotton texture”, que significan “textura de algodón”. ¿Lo sabías? Yo recuerdo que hace años, la menstruación era un tema que no se mencionaba en público y hasta los comerciantes evitaban exhibir el producto en sus anaqueles; cuando te los vendían, los envolvían en papel periódico o de envoltura. Ahora, es diferente.

No me imagino cómo en los años 70, las toallas desechables las mantenían en su sitio mediante un cinturón sanitario elástico del cual se amarraban sus puntas. Por suerte, en esa década aparecieron las toallas autoadheribles, en los 90 las ultradelgadas y hoy ya hay de todo tipo, color, olor, textura, etc.
Los tampones también tienen su historia: según fueron inventados por los antiguos egipcios, hechos con papiro suavizado. Los griegos los hacían con hebras enrolladas alrededor de un pedacito de madera, según lo describió Hipócrates, hace 25 siglos. Las mujeres romanas usaban lana y las japonesas, papel; en Indonesia, utilizaban fibras vegetales y en África Ecuatorial, rollos de hierbas. Otros materiales usados para los primeros tampones incluían esponjas y, más tarde, algodón.

El tampón moderno fue inventado en 1929 por el Doctor Earle Hass, de los Estados Unidos. La idea se la dio una amiga suya, quien le comentó que usaba una esponja para absorber el flujo vaginal; Haas desarrolló un pequeño tapón de algodón comprimido, que se insertaba mediante dos tubos de cartón para que las mujeres no tocaran y pudieran contaminar el algodón. El material usado, además, permitía desechar el tampón fácilmente en el excusado. Más tarde, Hass registró la marca Tampax para su producto. La patente y la marca fueron vendidas a Gertrude Tendrich, una ambiciosa inmigrante alemana que empezó a fabricar los primeros Tampax en su casa, usando una máquina de coser y la máquina compresora de algodón del Dr. Hass.

El tampón ha sido considerado entre las 50 pequeñas maravillas que revolucionaron la vida de la gente en el siglo XX y en definitiva, junto con las toallas transformaron la vida de muchas mujeres. Lo malo es que como en todo país consumista, no dejan ver las cuestiones negativas que conllevan: desde riesgos para la salud, como efectos contaminantes. Por eso me permito compartir con ustedes algo sobre esta novedad que empieza a estar disponible en el país, con el único propósito de informar:




La copa menstrual es un producto que sustituye a las toallitas femeninas y tampones que contienen entre otras cosas productos químicos que pueden resultar dañinos para el cuerpo; está hecha de silicona quirúrgica, es 100% hipoalergénica; no produce pérdidas ni sequedad y, dicen, es fácil de usar; supongo que ya que te acostumbras.
Tiene una duración de 10 años, por lo que el ahorro es considerable, teniendo en cuenta que una mujer gasta 10.000 tampones o compresas durante su vida.
Se coloca como un tampón, se limpia con agua corriente y se vuelve a reutilizar. Hay dos tallas: A (para mujeres mayores de 30 años, o menores de 30 que dieron a luz por parto natural) y B (para mujeres menores de 30 años, o menores de 30 años con parto por cesárea). Se recomienda hervirla al principio y al final de cada ciclo de la menstruación. Tiene un precio aproximado de 500 pesos.
Si esto te sorprendió, seguramente lo harán los demás productos que puedes encontrar para tu uso diario en el hogar que también sustituyen otros artículos contaminantes.

Más información: www.lahuellaverde.com y www.mujeractualexclusividadfemenina.com

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