El arte de la vida sana.
No están ustedes para saberlo, pero cuando yo era niña -al igual que mucha gente de esa época- en fin de semana me chutaba el programa de televisión “Siempre en Domingo” (aunque tampoco había muchas opciones) conducido por Raúl Velasco. Ahí conocí a su hija Karina y, no sé por qué (bueno sí sé: por prejuiciosa que soy) tenía la idea de que era una niña consentida a la que nunca nada le pudo haber hecho falta. Pensaba que por el hecho de ser hija de alguien tan famoso, sería alguien feliz e importante que, además, tendría todas las facilidades para abrirse puertas en donde quisiera. Y no sé si un tiempo fue así, porque era común verla en la televisión también, pero después desapareció de repente de las pantallas, hasta que hace poco volví a saber de ella por circunstancias de trabajo.
-Vamos a entrevistar a Karina Velasco, que nos hablará de la nutrición integral- Me dijo un día una compañera del equipo de producción de nuestro programa de radio.
-¿Karina Velasco? ¿La hija de Raúl? – Pregunté algo sorprendida. – ¿Pero ella qué sabe de eso? Seguí preguntando...
Y ya me dijeron un poco más: que vivía en Los Ángeles, California; que era toda una chef, que estudió nutrición integral y se había metido de lleno al tema del yoga. De verdad me sorprendió, sobre todo por aquélla prejuiciosa idea que me hice de ella cuando años atrás.
El caso es que me sorprendió gratamente saber que estaba de regreso y con temas mucho más interesantes (para mí) que los espectáculos. Bien dicen que uno se va topando con las cosas que necesita en la vida, aunque a veces no nos demos cuenta… y así hicimos la entrevista telefónica en donde efectivamente habló de nutrición y también del libro que este año presentaría: “El arte de la vida sana”. A partir de ahí le seguí la pista por twitter, desde donde estuve al pendiente del lanzamiento de su libro y donde sigo sus propuestas y sugerencias que valen mucho la pena.
“El arte de la vida sana” es uno de los libros más útiles que han llegado a mi vida. Editado por Grijalbo, a lo largo de sus 288 páginas se percibe a una Karina muy honesta, sana, consciente y dispuesta a compartir gran parte de lo que ella ha aprendido en todo ese tiempo que se dio para viajar y conectarse con su interior.
De lo mejor que me pude encontrar en este libro, puedo destacar dos cosas: la primera, que una vez más esa frase tan famosa de “nada es lo que parece” surte efecto en personas prejuiciosas como yo, porque Karina no fue lo que en alguna vez imaginé que era. También tenía problemas, conflictos y complejos como cualquier ser humano y la segunda, es que todos podemos y debemos encontrar esa conciencia para saber con qué nutrimos nuestro cuerpo, después de todo, como dice ella: “Lo que la mente piensa, el cuerpo lo expresa”.
-Vamos a entrevistar a Karina Velasco, que nos hablará de la nutrición integral- Me dijo un día una compañera del equipo de producción de nuestro programa de radio.
-¿Karina Velasco? ¿La hija de Raúl? – Pregunté algo sorprendida. – ¿Pero ella qué sabe de eso? Seguí preguntando...
Y ya me dijeron un poco más: que vivía en Los Ángeles, California; que era toda una chef, que estudió nutrición integral y se había metido de lleno al tema del yoga. De verdad me sorprendió, sobre todo por aquélla prejuiciosa idea que me hice de ella cuando años atrás.
El caso es que me sorprendió gratamente saber que estaba de regreso y con temas mucho más interesantes (para mí) que los espectáculos. Bien dicen que uno se va topando con las cosas que necesita en la vida, aunque a veces no nos demos cuenta… y así hicimos la entrevista telefónica en donde efectivamente habló de nutrición y también del libro que este año presentaría: “El arte de la vida sana”. A partir de ahí le seguí la pista por twitter, desde donde estuve al pendiente del lanzamiento de su libro y donde sigo sus propuestas y sugerencias que valen mucho la pena.
“El arte de la vida sana” es uno de los libros más útiles que han llegado a mi vida. Editado por Grijalbo, a lo largo de sus 288 páginas se percibe a una Karina muy honesta, sana, consciente y dispuesta a compartir gran parte de lo que ella ha aprendido en todo ese tiempo que se dio para viajar y conectarse con su interior.
De lo mejor que me pude encontrar en este libro, puedo destacar dos cosas: la primera, que una vez más esa frase tan famosa de “nada es lo que parece” surte efecto en personas prejuiciosas como yo, porque Karina no fue lo que en alguna vez imaginé que era. También tenía problemas, conflictos y complejos como cualquier ser humano y la segunda, es que todos podemos y debemos encontrar esa conciencia para saber con qué nutrimos nuestro cuerpo, después de todo, como dice ella: “Lo que la mente piensa, el cuerpo lo expresa”.
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