¿Exigente yo?



El jueves pasado fui invitada a una comida. Mi jefe cumplió sus 50 años de vida y una gran parte de sus colaboradores lo agasajamos con una buena celebración… comida española, vinito, tequila, postres deliciosos, ya saben; de esas comidas que al final no te importa tanto lo que pagas, porque en verdad son poco comunes por todo lo que representan.

El caso es que llegamos ahí, mis dos compañeras de oficina (que también son mis amigas) bien lindas como siempre. Saludamos a todo mundo, comimos, bebimos tranquilamente y disfrutamos de una amena plática con los demás compañeros (ya no tan jóvenes por supuesto) que se sentaron cerca de nosotras hasta que… tocaron el inevitable tema de las relaciones de pareja, el matrimonio, etc.

A mí me encanta el grupo que hacemos mis amigas y yo, porque además de que somos muy jóvenes (y guapas) las tres, una es casada, la otra divorciada y yo, solterita; entonces nuestras pláticas informales y privadas, resultan en verdad divertidas, productivas y terapéuticas. Pero esa tarde no pintaba mucho para serlo porque entre la plática con los señores, me tocó a mí, sí, la chica soltera, guapa y trabajadora que no tenía novio, que me echaran montón.

Siempre me ha llamado la atención cómo las personas ya grandes –y que además dicen que te aprecian- pareciera que compadecen a una mujer en ese estatus. Como si el hecho de no tener novio, significara que una estuviera sola, triste o fracasada. Pero bueno, en lugar de enojarme, ya un poco acostumbrada a esto, les seguí el juego y resultó ser más divertido.

Ya cuando salí del restaurante, sola, porque mis amigas se fueron antes (la casada tenía que llegar a su casa temprano y la divorciada, también porque su pequeño hijo la esperaba) subí a mi coche y recordé la frase con la que me despidió uno de los arquitectos que llevan la mitad de su vida trabajando ahí y que además, aprecio y respeto profundamente: “Mi querida Ale, yo nada más le voy a decir lo que le digo a mi hija; que no sea tan exigente porque se va a quedar a vestir santos”. Yo sólo agradecí el consejo y me retiré sonriendo y pensando: ¿Exigente yo?... No. Inteligente, sí… Selectiva, también… Hecha a mí misma, mucho… y recordé ese correo que llegó en la mañana y que me encantó porque decía:

“Las mujeres inteligentes saben que...

* Dios creo las citas para que las mujeres puedan descubrir las características negativas de un hombre antes de involucrarse con él, no después.

* Si siempre vuelves con el hombre equivocado, tal vez no tengas la oportunidad de conocer al hombre correcto.

* Las palabras "Te quiero" no salen con facilidad o rapidez de la boca de un hombre sincero.

* Aunque ella sea la mujer adecuada, el hombre equivocado siempre será el hombre equivocado.

* Todo hombre que no sabe "lo que quiere" no merece lo que tiene.

* Si los hombres equivocados siempre te encuentran es porque das las señales equivocadas.

* A menos que tengas conexiones con la Interpol, debes pensarlo dos veces antes de salir con un hombre mujeriego.

* Esperar que un hombre cambie es como esperar que uno gane la lotería.

* Algunos hombres cambian, pero cuando lo hacen también cambian de mujer.

* No es inteligente aferrarse al dolor.

TODA MUJER DEBE SABER:

* Cómo enamorarse sin dejar de ser ella misma.
* Lo que quiere con respecto a tener hijos, cómo renunciar a un trabajo, terminar con un novio y confrontar a un amigo sin arruinar una amistad.
* Cuándo intentarlo todo... y cuándo alejarse.
* Cómo pasarla de maravilla en una fiesta a la que no deseaba asistir.
* Cómo pedir algo que realmente desee de manera que casi seguramente lo consiga.
* Tiene que entender que no puede modificar el ancho de sus muslos o de sus caderas, o la forma de ser de sus padres.
* Que su niñez pudo no ser perfecta... pero ya terminó.
* Lo que podría o no podría hacer por amor... o debería o no.
* Cómo vivir sola... aún si le desagrada.
* Debe saber en quién confiar y en quién no.
* A dónde ir a sentarse con su mejor amiga o a una agradable cabaña en la playa cuando su alma necesita alimentarse y tranquilizarse”.

Saludos a todas las solteras, viudas, casadas y divorciadas cuya inteligencia y felicidad no esté supeditada a su estado civil.

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