De amiga a amiga
Oye, creo que ya es hora de que seas honesta contigo.
Que ya dejes de intentar una y otra vez encajar en un molde que no es el tuyo, un molde que no le corresponde a tu alma. ¡Muévete! No tengas miedo.
No importa si no sabes a dónde ir; ya sabes que es peor quedarse en un lugar que no nos corresponde a andar perdido por algún tiempo. Nunca pienses que es un error buscar lo que necesitas o, ¿vas a seguir fingiendo ser lo que no eres, aceptar lo que no quieres?
¿Por qué te doblegas y aceptas una forma que no es la tuya?
¿Te puedo preguntar algo?
¿Alguna vez te han tocado el corazón sin siquiera rozar tu mano?
¿Cuántas veces en tu vida te has sentido en un estado completamente amoroso?
¿Crees que lo que has hecho hasta ahora es lo mejor que sabrás hacer?
¿Haces realmente lo que te gusta? ¿Lo que te apasiona?
No te preocupes. Todos en algún momento hemos pasado por situaciones así. Y, honestamente, es mejor que escuches esa voz interior, esa inquietud que te pide a gritos: ¡déjame salir!
Hay quienes se preocupan por los niños que se comportan “demasiado bien”, porque sus ojos reflejan un “alma acobardada”. ¿Qué hay de ti? ¿De tu alma?
¿Sobreviviste a todo eso que te hizo daño en algún momento del pasado? Bien, ahora entonces, es tiempo de curarte y crecer. Ese es uno de tus derechos como mujer: crecer y no sólo sobrevivir.
Crecer contra toda adversidad, contra toda falsa creencia que tienen de ti, contra tus propios miedos, ideas y hechos. Admira lo que has hecho y separa lo que no volverás a hacer. Comprende tus heridas, ámate… algún día no muy lejano brotará tu aportación para el mundo en el que vives. En tanto, sólo sé tú.
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