¿Infiel?

-Sí, he sido infiel porque todos mis novios y hasta mi marido se la pasaban pintándome el cuerno… Fue un día que me peleé con él y nos separamos cuando dije: ¿Y yo por qué no? Entonces conocí a Roberto… tuvimos una relación por el tiempo que duró mi separación con mi esposo, unos tres meses aproximadamente. Después mi marido me buscó y bueno, ya sabes, el drama, los hijos, la familia, en fin. Regresamos, pero ¿la verdad? me pesó dejar a Roberto y sobre todo, me costó mucho trabajo…

-¿Y ahora cómo van las cosas?

-Pues mejor. Mi marido es muy detallista conmigo; me cuida, me llama frecuentemente en el día para decirme que me quiere…

-¿Ya no le serás infiel otra vez?

-Bueno, poco tiempo después de Roberto… se atravesó Carlos en mi vida y… no pude resistirme. Pero con él no fue tan intenso… fue más bien un “antojo”. Pero ya no pienso ser infiel… por ahora que mi matrimonio marcha bien.

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-¿Infiel yo? Pero si el casado es él. Yo soy soltera y sin compromiso y no espero nada. Simplemente, me gustó; le gusté y ya. Sé que de esto no pasará, porque no lo veré más. Yo tengo mi novio, que por cierto ¡adoro!

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-Es que las amo a las dos y no las puedo dejar. ¿Por qué es tan malo esto? Además, una sabe de la existencia de la otra y… no pasa nada.


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Dicen que el hombre (como especie) es infiel por naturaleza y, estoy de acuerdo. Aunque parece que unos son más propensos que otros. Yo juraba que cuando alguien era infiel, lo hacía por lo que decía doña Paquita: coraje, capricho o placer; o ya en el mejor de los casos, para romper la rutina del matrimonio o de una relación monótona, pero vaya sorpresa me llevé cuando leí que existe el gen de la infidelidad.

En serio. El año pasado, unos científicos suecos lo descubrieron. Se llama “alelo 334” y produce la vasopresina, una hormona que se genera naturalmente, por ejemplo –dicen- con los orgasmos. Según los investigadores, este alelo está presente en el cerebro de casi todos los mamíferos, pero es la primera vez que se asocia con la manera en que los hombres se comprometen con sus parejas.

El experimento se llevó a cabo durante al menos cinco años con parejas heterosexuales -más de mil, de las cuales 550 eran gemelos- que confesaron en test psicológicos si se sentían felices, cómo era su convivencia, si reían o besaban a menudo y sobre el futuro de su relación. El resultado fue que los hombres con el alelo 334 -dos de cada cinco en este estudio- afirmaron tener lazos menos fuertes con sus esposas y, además, éstas reconocieron que se sentían menos satisfechas con sus cónyuges que las que se casaron con hombres sin esta variante genética.
No hay que ser científico para deducir que a menor satisfacción con la pareja, mayor es la probabilidad de ser infiel. Este estudio sólo se lo hicieron a hombres. Me pregunto cuál sería el resultado si lo hicieran a mujeres.

El caso es que con el gen o no, todos podemos ser infieles con miles de excusas y pretextos. ¿Compartirías conmigo tus motivos para hacerlo y también para dejar de hacerlo?


Fuente: El Mundo de España. 2 de noviembre de 2008. Secciòn “Ciencia”

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