El día del chequeo médico general
Empieza por ti.
Desde hace varios años, tengo por costumbre realizarme un chequeo médico anual, independientemente de cómo me sienta: análisis de sangre, de orina, los obligados para mujeres (papanicoalu, colposcopia, exploración de mamas) y, desde que soy mamá, incluí la tiroides y los ultrasonidos de órganos (hígado, páncreas, riñones, vesícula, etc.).Confieso que al principio -hace como 10 años- los hacía más por "miedo y control", tomando en cuenta mis antecedentes familiares, mis síntomas de aquellos tiempos en que por mi gastritis y hernia hiatal por h. pillory, sentía que moría y, por supuesto, mi inconsciencia de juventud. Ahora lo practico más por un tema de prevención y autocuidado; considerando todavía mis antecedentes familiares, pero con ese sentido de responsabilidad otorgado por los años.
Hace unos días tocó el del 2016. Grata sorpresa me llevé en la clínica a donde acudo, pues además de los signos vitales de rutina (presión, peso, talla y temperatura) ya incluyen otros indicadores más que amé: desgaste óseo, prueba de aliento para detección de metales pesados, medición de grasa y masa que correlacionan tu edad biológica con tu edad corporal.
Si no nos cuidamos nosotros mismos, ¿cómo cuidaremos de los demás, del entorno y del planeta?
Le dije a la enfermera: -¿22? ¿En serio? Ni mi marido me creerá- Y así fue.
Ni cuando tenía 22 era tan sana. Gastritis, colitis, rinitis y todo lo que terminara en "itis" eran mi vida. Si me hubiera hecho la prueba entonces, seguro habría salido con edad corporal de 35. Cierto, al final sólo son números (que inevitablemente, alimentan mi ego), pero que indican algo y, para mí, el resultado de un estilo de vida adquirido y que algunos -sobre todo en mi familia- critican (mis hermanas me dicen "la Semitips" ja, ja,).
Entiendo esa "resistencia". Hasta yo la tuve, particularmente, cuando me decían lo que tenía o debía hacer, qué comer y qué no. Pero todo tiene su momento y, aunque uno no lo deseé, el cuerpo se hace escuchar de una u otra manera. ¿Qué les dice el suyo?
Lo que a mí me ha funcionado
Observar y respetar. Si algo he aprendido en los últimos años es a ver y respetar la bioindividualidad. En esta materia, mi hija es mi maestra. Disfruto y aprendo de observarla, respetar sus tiempos, sus gustos por la comida, su ritmo para comer. Darme cuenta que no nos gusta lo mismo, aunque me empeñe en que lo pruebe... excepto una cosa: ¡el pan! Obvio, mi pan, integral, orgánico, sin o bajo en azúcar. Aunque cuando tiene oportunidad de comer pan blanco, la aprovecha y le doy chance. En los dulces no hay negociación todavía, pero como ni los conoce...Debería de aprender más de ella, pienso a veces. Mientras tanto, intento enseñarle que comer es un medio, no un fin; de dónde viene lo que come y cómo se prepara o se transforma en la estufa. Involucrarla ha sido fundamental para que sea de "buen diente" y se familiarice con alimentos e ingredientes sanos.
Investigar y sustituir. Somos consumidores de ciertos productos por hábito y tradición. Compramos lo que nos gusta por lo que significa para nosotros y, a veces, queremos que nuestros hijos lo consuman igual. Lo cierto es que las cosas ya no se hacen como antes, empezando por las golosinas y comida chatarra. Sólo basta con leer las etiquetas y encontrar nombres raros que, si los vendieran solos en el súper, nadie los compraría.
Espiritualidad y consciencia. Sin duda, la más importante de todas. Engloba años de terapia, horas de lecturas y litros de lágrimas que me han llevado a un camino; La Kabbalah. No se trata de frases de optimismo y autoayuda como algunos creen. Pero en lo que sea que crean ustedes y les ayude a mejorar su existencia y relación los demás, ¡no lo suelten! Recuerden la máxima: "Como es adentro, es afuera" y "nunca somos un producto terminado".
Tomar responsabilidad. La más difícil. Hacerse cargo de las decisiones y de sus consecuencias no es tarea fácil. Empezando por lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos. Podemos engañar al mundo, pero no a nuestra alma ni a nuestro cuerpo.
La receta de la semana
Uno de esos días me encontró (sí, él a mí) en el centro comercial el libro "Panes mexicanos" de Irving Quiroz, editado por Laorusse. Lo hojée y dudé por cinco segundos incluirlo en la lista de compras. Lo traje a casa con la consigna de hacer, mínimo cinco recetas, porque el libro está muy recomendable.
Aquí la primera que hice por fácil:
Aquí la primera que hice por fácil:
Pan de elote.
Sin gluten, opción sin lácteos.
Ingredientes:
-Un molde para pastel de 25 centímetros de diámetro*
-3 elotes medianos, tiernos, desgranados
-130 gramos de azúcar (yo usé 100 gramos de azúcar de coco)
-30 ml de leche (yo usé de almendras)
-150 gr de huevo (yo usé 3 huevos)
-140 gr de mantequilla (yo usé aceite de coco)
-10 gr de polvo de hornear (si viven en un lugar con poca altitud, usen más)
Cómo hacer:
1.- Engrase y enharine el molde
2.- Licue todos los ingredientes hasta obtener una mezcla homogénea y semilíquida
-Vacíe la mezcla en el molde y horneé durante 20 minutos o hasta que el pan esté ligeramente dorado y se sienta firme
-Retire del horno y deje enfriar sobre rejilla y desmolde.
*No vayan a usar otro tipo de molde, porque como no lleva harina, no hay estructura que lo sostenga.
*Con los cambios que hice, me quedó muy bien. Si no quieren arriesgarse, sigan la receta del Chef
*Los tiempos de horneado siempre son relativos, depende de cada horno, pero por regla general, cuando empieza a oler rico, ya puedes abrir para checar cómo va.
Espero les guste tanto como a mí.
Nos leemos pronto.
Ale ;)
Nos leemos pronto.
Ale ;)
Es super importante, ya que si no estamos bien no podemos cuidar bien de nuestra familia, una excelente inversión
ResponderEliminarSin duda,Leti...y, déjame decirte que a veces no es que no lo hagamos por un tema de dinero. Saludos y gracias por leerme:)
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