Carta de mí para mí, en mis treinta.
Mi muy querida Alejandra, me imagino lo feliz que has de estar por haber llegado a tus treinta como lo has hecho (con una que otra dificultad y lo mejor que has podido).
Supongo que tus impulsivos, dramáticos y alocados veinte dejaron algunos estragos en ti que te han hecho valorar y cuidar más a tu cuerpo, a tu alma y a tu corazón (era lo menos, ¿no?).
Que a estas alturas de la vida ya entendiste que no hay como hacer lo que te gusta y que además te paguen por ello; que no hay como tener independencia financiera y pasar tiempo de calidad con la familia y los amigos que a pesar de conocerte, siguen contigo.
Que si te casas o no, el mundo no se acaba… lo importante es estar con quien amas y te ama; que tener hijos o no es una decisión muy personal que no te hace ni más ni menos mujer (sólo acuérdate que para eso las mujeres tenemos una fecha de caducidad de la que no estás ya tan lejos).
Que tus achaques, molestias y problemas de salud no son más que las facturas que tu cuerpo te está cobrando por lo que le has hecho, la ventaja es que eso te convertido en alguien más consciente y selectivo que hace que la vida te sepa mejor.
Como ves, cumplir treinta es de lo mejor que te ha podido pasar y el mejor regalo que has podido recibir es sin duda, la conciencia… conciencia para conocerte, para saber quién y cómo eres; conciencia para saber lo que eres capaz de hacer en la vida, para elegir y afrontar las consecuencias de ello, para reconocer y controlar tus sentimientos y para amarte tal y cual eres.
Espero que esta nueva década en tu vida te haga más feliz, que no dejes de bailar sola en casa cuando te den ganas; que no dejes de verte al espejo desnuda cada día y decirte cuánto te quieres, que no te olvides de la gente que amas y te ama, que no te pierdas de cosas realmente importantes por otras que muchos te hacen creer que valen más.
Que sigas pensando que estamos de paso en esta vida y dando gracias cada día por estar en ella y que no dejes de sonreír a pesar de que cada sonrisa deje una huella en tu rostro…
En verdad que eres afortunada, Alejandra. Nunca olvides quién y de dónde eres, porque esa, tal cual eres tú.
Me da gusto que te estés convirtiendo en una gran mujer.
Cuídate mucho y quiérete siempre.
Con cariño, tú misma.
Supongo que tus impulsivos, dramáticos y alocados veinte dejaron algunos estragos en ti que te han hecho valorar y cuidar más a tu cuerpo, a tu alma y a tu corazón (era lo menos, ¿no?).
Que a estas alturas de la vida ya entendiste que no hay como hacer lo que te gusta y que además te paguen por ello; que no hay como tener independencia financiera y pasar tiempo de calidad con la familia y los amigos que a pesar de conocerte, siguen contigo.
Que si te casas o no, el mundo no se acaba… lo importante es estar con quien amas y te ama; que tener hijos o no es una decisión muy personal que no te hace ni más ni menos mujer (sólo acuérdate que para eso las mujeres tenemos una fecha de caducidad de la que no estás ya tan lejos).
Que tus achaques, molestias y problemas de salud no son más que las facturas que tu cuerpo te está cobrando por lo que le has hecho, la ventaja es que eso te convertido en alguien más consciente y selectivo que hace que la vida te sepa mejor.
Como ves, cumplir treinta es de lo mejor que te ha podido pasar y el mejor regalo que has podido recibir es sin duda, la conciencia… conciencia para conocerte, para saber quién y cómo eres; conciencia para saber lo que eres capaz de hacer en la vida, para elegir y afrontar las consecuencias de ello, para reconocer y controlar tus sentimientos y para amarte tal y cual eres.
Espero que esta nueva década en tu vida te haga más feliz, que no dejes de bailar sola en casa cuando te den ganas; que no dejes de verte al espejo desnuda cada día y decirte cuánto te quieres, que no te olvides de la gente que amas y te ama, que no te pierdas de cosas realmente importantes por otras que muchos te hacen creer que valen más.
Que sigas pensando que estamos de paso en esta vida y dando gracias cada día por estar en ella y que no dejes de sonreír a pesar de que cada sonrisa deje una huella en tu rostro…
En verdad que eres afortunada, Alejandra. Nunca olvides quién y de dónde eres, porque esa, tal cual eres tú.
Me da gusto que te estés convirtiendo en una gran mujer.
Cuídate mucho y quiérete siempre.
Con cariño, tú misma.
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