Los 40 son los nuevos 40.



Me niego a envejecer por flojera o descuido, pero no a hacerlo con amor y respeto a la vida que me ha sido dada y el proceso que conlleva. Por eso también me resisto -ahora- a comprar trilladas frases como "los 40 son los nuevos 20" o algo así. Al menos, para mí, los cuarenta, son los cuarenta y punto. 

Y es que los humanos somos muy injustos y egoístas por naturaleza: queremos todo y, lo que nos gusta, lo queremos para siempre y si es posible, sólo para nosotros. Pero el reto es ir hacia el otro lado, mientras estamos aquí.

Recientemente leía que "nuestras vidas están marcadas por la sombra temerosa de la vejez", esa a la que muchas veces y durante mucho tiempo nos negamos a ver, no sólo hablando de nosotros; sino también de nuestros padres ¿a quién no le ha dolido aceptar esa parte cuando nos damos cuenta de que ya no tienen esa fuerza y vitalidad con que siempre los veíamos?

Y ahí vamos, intentando negar el paso del tiempo en ellos, en nosotros, en los hijos...

Pero antes de soltar el moco, les cuento que no es esa mi intención. Al contrario: hoy quiero invitarlos a sentirse felices por la edad que tienen, por lo que han hecho de su vida y más aún, por todo lo que podemos hacer... todavía.



Como ustedes saben, en abril pasado cumplí mis 40 y la "crisis" no fue tan dramática como la de los 30. De hecho, la única crisis que tuve -esta vez- fue por una infección viral en la garganta que hizo que dejara mi botella de vino tinto a medias, pero no más (oigan, era orgánico y estaba delicioso).  Incluso, ya enferma, aproveché para filosofar sobre por qué me sentía tan bien de llegar a esta edad que, cuando era niña. creía que ya era de alguien muy viejo.

Lo que salió de esa enfermada-filosofada, fue muy bueno. De por sí, un par de años antes (poco después de haber sido mamá y superar la crítica etapa de lo que implicaba) había elegido cuidarme y tratarme mejor para vivir más y en las mejores condiciones. ¡Obvio! Quiero ver crecer a mi hija, pero sin convertirme en un bulto de carga para ella, claro.

Así que me puse a investigar lo que podía y tenía qué hacer para ello y, como siempre digo: diciendo y haciendo, me he aplicado. Por supuesto, sé que al final no depende de mí seguir en este mundo, pero al menos, hago mi parte y por mí no quedará.

Cronoenvejecimiento y fotoenvejecimiento

En definitiva, aunque el tiempo fue un invento humano, no lo podemos detener. Sin embargo, vaya que podemos soltar un poco el acelerador, y aplica para todo, pero en el tema de la "vejez", les cuento más a detalle:

El Instituto Médico Láser de Madrid diferencia el cronoenvejecimiento del fotoenvejecimiento.
  • Cronoenvejecimiento. Es el envejecimiento natural, fruto del paso del tiempo. El contenido de colágeno en la dermis disminuye de forma espontánea un 1% cada año. Este porcentaje puede aumentar si el paciente recibe mucha radiación solar.
  • Fotoenvejecimiento. La exposición al sol provoca daño cutáneo y acelera el envejecimiento, ya que desnaturaliza las proteínas estructurales y genera radicales libres.
Por tanto, para clasificar el grado de envejecimiento de la piel no debemos contar sólo con la edad cronológica del paciente, sino también con el sol que haya recibido a lo largo de su vida.

Reconozco que en algún momento, fui una prófuga del sol y me untaba el protector solar con más alto fps que encontraba... creo que ayuda, pero también he aprendido la importancia del sol para la obtención y asimilación de Vitamina D y, sobre todo, que hay calidades en cuanto a protectores solares se trata, así que si le buscan por aquí, encuentren el equilibrio entre ambos.

Por qué envejecemos de manera diferente

Mi abuela envejeció de una formaa, mis padres de otra y yo, estoy eligiendo la mía. Afortunadamente, me tocó una época en donde hay más información al respecto, así como estudios e investigaciones sobre el tema. Hoy comparto algunas conclusiones a las que han llegado sobre lo que influye para envejecer de tal o cual manera: 

1. Herencia: ¡Súper importante! Revisar qué tanto vivieron los padres o abuelos y si fueron "traga-años", es un gran dato. 
2. Medio ambiente: Dicen que quienes viven cerca del mar, son más longevos que quienes vivimos en grandes ciudades... lo estoy considerando.
3. Tipo de alimentación: Muchos lo sabemos, pero lo pasamos por alto. Consumir más antioxidantes, hidratarnos y suplementarnos si no comemos bien, es importante. 
4. Nivel de estrés, ansiedad y depresión: los mejores amigos de las arrugas, las canas y muchos malestares fisicos. 
5. Ejercicio: El enemigo del punto anterior y lo que nos puede garantizar seguir moviéndonos con el paso del tiempo. 

Y, finalmente, agregaría los hábitos que tengamos en nuestra vida. ¿Qué comes, qué haces, qué piensas, qué te mueve la mayor parte del tiempo?

La prueba SRT

El envejecimiento saludable tiene que darse hacia el moviemiento. Así que por favor, si no hacen ejercicio, ¡muévanse! Hace unos años, unos médicos colombianos desarrollaron la prueba SRT (Sitting RisingTest por sus siglas en inglés), una prueba sencilla que consiste en sentarse y levantarse del piso sin usar ningún tipo de apoyo, más que el de las piernas. 

Esta prueba fue diseñada para personas mayores de 50 años, ya que a esa edad, los músculos empiezan a perder fuerza, pero puede realizarla quien lo deseé. De hecho, es parte de nuestra sesión inicial de coaching en cambio de hábitos. En este video de Mauricio Sánchez, pueden ver de qué se trata y decidir hacerlo o no, para ver cómo andan. Prueba SRT en español. O en el video, aunque está en inglés (pero se entiende)


Así que empecemos a dejar de luchar contra el tiempo y dejar de disimular. No, afortunadamente, ya no somos como a los 20 o los 30, vamos envejeciendo con felicidad y paz... no importa si, como dice Joaquín Sabina, lo hacemos "sin dignidad, tiñéndonos el pelo o yendo a las discotecas a corretear jovencitas"

En tanto, nos leemos pronto. 




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