Si no puedes cambiar al sistema, no dejes que el sistema te cambie a ti.
Sí. Ese fue uno de mis pensamientos de estos días en que sigo debatiéndome en la encrucijada de hacer homeschooling, unschooling o dejar a mi hija dentro del sistema educativo que -debo decir- nos ha decepcionado.
Confieso que nunca, antes de ser mamá, me había cuestionado si mi hija o hijos irían a la escuela alguna vez. Eso era lo "normal", lo "común", lo que todo niño "debe hacer", sino entonces, ¿cómo aprendería o cómo se prepararía para enfrentar la "vida"?
Luego de ser mamá y que mi hija se acercó a la edad para entrar a preescolar, la cosa cambió: empecé a cuestionarme si no era demasiado pequeña para ello, si era conveniente esperar un poco más -mínimo a que hablara bien y supiera expresarse o comunicarse- y, bueno, empecé mi "investigación" sobre que tan obligatoria era, qué pasaba si no iba y, lo más importante: la causa. ¿Por qué existía el preescolar, cuándo, por qué y para qué fue creado? Porque no quería entrar a un juego en el que me tendría que mantener por muchos años, sin saber el origen y, a grandes rasgos, esto fue una parte de lo que encontré:
"El primer preescolar del mundo fue fundado en 1816, en Esocia; el segundo del que se tiene registro fue en Hungría, en 1828; en 1837 Federico Fröebel fundó el primer preescolar en Alemania que, en 1940 tomó el nombre de Kindergarten. El concepto se propagó en Alemania; luego en Inglaterra (1851), Estados Unidos (1856) y fue hasta en 1881 que durante el porfiriato, se fundaron los primeros jardines de niños en México, llamados "escuelas de párvulos".
Al principio fueron algunas órdenes religiosas quienes se ocupaban, sobre todo de niños sin familia, Ya en el Siglo XX comenzó a ser responsabilidad del estado, a partir de la Convención sobre los derechos del niño. En sus orígenes, los propósitos apuntaban a mejorar las condiciones de higiene, alimentación y cuidado de las madres y niños. El interés por el desarrollo psicosocial vino después y la oferta se amplió cuando la mujer entra al mundo laboral. Entonces también se empiezan a formar las maestras de este nivel educativo".
En el caso específico de México, existe la llamada "Educación inicial" que atiende a niños y niñas de 0 a 2 años 11 meses; los centros de educación preescolar, que atienden a niños y niñas de 3 a 6 años; la primaria y secundaria que dan continuidad a la denominada educación básica "obligatoria" (aunque entiendo que en este sexenio se ha extendido la obligatoriedad al nivel medio superior), ofreciéndose también la opción en su modalidad "privada" (que amerita otro post de desahogo)
Mi caso (mío de mí)
Después de esa "exhaustiva investigación", lo más que logré fue "acordar" con mi esposo "brincarnos" el kinder 1 y 2. La verdad es que mi deseo era saltarme todo el preescolar por considerar que -aunque era obligatorio- respondía más a la necesidad de atender niños que no podían ser cuidados en su casa (por la razón que quieran), pero entiendo y también respeto que hay quienes consideran que llevarlos al kinder desde pequeños es lo mejor. En mi caso, no fue así. Desconfíaba mucho del sistema, de sus maestros y del ambiente, lo confieso. Pero sobre todo, tenía el tiempo y las ganas de estar con mi hija, porque así éramos felices.
Sin embargo, al convivir con más niños en diversas actividades y espacios, mi hija empezó a despertar su deseo por querer ir a la escuela y, un día, claramente lo pidió: ¿cuándo iré a la escuela?, me dijo. Tenía cuatro años y le dije que si quería ir, buscaríamos una y sería cuando tuviera cinco. Así lo hicimos. Pero me agobiaba que por nuestra zona, las escuelas tuvieran horarios de 8 de la mañana a 2 o 4 de la tarde. Era demasiado tiempo, desde mi punto de vista.
Para no hacer la historia más larga, seleccionamos una escuela (que para nosotros como padres nos pareció adecuada) y mi hija fue a su primer día de escuela muy emocionada. Ese día salió contenta, pero el resto de la semana y la siguiente las cosas fueron diferentes. Mi niña, que siempre estaba feliz y jugando, empezaba a ser diferente. Por fortuna y por el vínculo y confianza entre ambas, me ponía al tanto, detalle a detalle de todo lo que vivía en la escuela y a la tercer semana, optamos por darla de baja. Me partió el corazón que me dijera "Hubiera deseado nunca haber dicho que quería ir a la escuela"
Sin embargo, no queríamos que se quedara con la idea de que todas las escuelas eran "así" y buscamos otra más pequeña, con menos "carga academíca", más flexible, pero al fin y al cabo "escuela", donde hay reglas, disciplina y actividades dirigidas que "hay que hacer", aunque sean aburridas, repetitivas o no tengas ganas. Sí, se siente más cómoda, pero no la veo feliz y eso, como mamá, ya sabrán...
Mis otros datos
-Sé que no existe la escuela perfecta y también que cada niño es diferente. Pero me queda claro que el sistema educativo actual, no está respondiendo a las necesidades de los niños de ahora que, aunque niños, son generaciones muy diferentes a las nuestras.
-Me ha quedado claro que la educación privada no necesariamente es mejor que la pública; pues algunas prometen mucho y no cumplen ni siquiera con su modelo pedagógico.
-Como mamá, he entendido que si quieres saber lo que realmente pasa en la escuela, necesitas la versión de tu hijo o hija, no nada más la de las maestras.
-Creo que la escuela se ha excedido en sus límites. Al menos para mí, no debe ser más importante que el vínculo familiar o la familia (aunque claro, depende también del tipo de familia)
-Afortunadamente, para los "inconformes" como yo, hay opciones y cada vez más estudios, casos e investigaciones que demuestran que el sistema de aula, donde están sentados, pasivos, almacenando datos como enciclopédia no funciona. Hay mejores formas de aprender, más eficientes y que responden a las necesidades ya no de un país, sino del mundo. Sino, echen un ojo a estos enlaces:
¿Y entonces?
No sé. No sé aún qué decidiremos en casa con respecto a si sigue en preprimaria o esperamos el siguiente ciclo... pero, como decía al inicio: si entramos al sistema y no lo podemos cambiar, lo mejor que podemos hacer -nosotros- es no dejar que el sistema nos cambie.No, no estoy en contra de las escuelas. Yo pasé los mejores momentos de mi vida (y también algunos peores) desde el kinder hasta la universidad en escuela pública. todavía hice una maestría de la que no me he titulado, porque mi chip cambió. Para muchos (me incluyo) la escuela fue un segundo hogar, donde había más paz que en casa y siempre será mejor que la calle y el abandono.
Sólo que ahora que soy mamá, pienso que le dimos -o mejor dicho, le dieron- más responsabilidad y, por ende, más poder que a la propia familia. Ahora que soy mamá soy de las que cree que la educación empieza en casa. Y me despido con este video de una gran historia...
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por tu visita!