¡Bravo!

Pocas son las acciones que autoridades federales llegan a realizar y que tenemos conocimiento de ellas. Pocas son también, esas cosas que inciden de una manera directa en el bienestar de la población, como la que está por aplicarse en las escuelas del país, particularmente, en las cooperativas, “tienditas” o cafeterías, que alimentan a los niños que asisten a ellas o en las que están al salir de clases.

Saber que somos el país que ocupa el primer lugar en niños obesos, no es motivo de orgullo, sino de preocupación. Atendiendo un poco este gran problema de salud pública, es que a partir del próximo ciclo escolar, entrarán en vigor nuevas reglas para la venta de productos en las tienditas escolares, de manera que la comida chatarra que últimamente ocupaba los primeros lugares de consumo, queda al menos, más restringida o en el mejor de los casos, eliminada.

Así, las papitas, refrescos y galletas procesadas, podrán ser sustituidos por ensaladas, sándwiches y quesadillas sin grasa, aguas frescas, y semillas como almendras, amaranto, barras de cereal y otros productos que son altamente recomendables para una buena dieta.

Obvio, ni con esto, ni con agregar treinta minutos de ejercicio se resolverá el problema de fondo. Queda la otra parte igual o más importante: la casa; la familia, que es donde adquirimos los buenos o malos hábitos alimenticios y la educación. La casa, porque es el origen de muchas de nuestras conductas y hábitos y la educación, porque si no aprendemos a saber qué comer, todo será un intento fallido.

Antes no era tan complicado como ahora, porque además los alimentos eran más saludables que ahora. Lamentablemente, las sopas “maruchan”, los refrescos y jugos “naturales” empacados y repletos de azúcar han ido ganando lugar en las despensas de las familias, sobre todo en aquellas en donde papá y mamá tiene qué trabajar todo el día, y no hay quien supervise la dieta de los niños que comen por motivos diferentes al hambre; motivos que encierran otro tipo de problemas como soledad, ansiedad o depresión.

Sin embargo, no hay que subestimar a los pequeños. Si les enseñamos cómo y qué comer, estará gran parte del problema resuelto. Pues ya ellos sólo tendrán qué decidir cuánto quieren o necesitan. Así de simple.

Por eso, ¡Bravo! porque en la escuela empezarán a acercarles alimentos nutritivos y saludables… ¡Bravo! por los maestros que les enseñarán a comer mejor a los niños… ¡Bravo! por los papás que harán lo mismo en casa y ¡Bravo! por los niños que ya no serán gordos, ni sedentarios, ni en un futuro cercano tendrán problemas de salud física y emocional.

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